Tesitura:
Deben estar entre el Do y el La en la Ed. Infantil y los primeros niveles de Primaria. A partir de ahí, la extensión va aumentando con la práctica, llegando fácilmente a superar la octava, sobre todo por la parte grave. Se puede partir, aunque no exclusivamente, de canciones de dos notas con intervalo de 3ª menor, para ir aumentando paulatinamente. Emplearemos intervalos consonantes y evitaremos los saltos no preparados.
Tonalidad:
Las más frecuentes son las de Si, Do y Re mayor o menor para las canciones que abarcan desde la tónica grave hasta el intervalo de 6ª, y Re, Mi, Fa y Sol mayor o menor, para las que se extienden hacia la 5ª inferior. En principio, no son convenientes las canciones con modulación.
Melodía:
La extensión de las frases debe estar de acuerdo con la capacidad respiratoria del niño, y suelen ser de 2 ó 4 compases, aunque hay algunas de número impar. Las líneas melódicas serán claras y bien definidas, con puntos de inflexión, acentos y repeticiones que favorezcan su memorización.
Ritmo:
Será sencillo, reiterativo y adaptado al sentido de las palabras, basándose por lo general en combinaciones de negras, blancas y corcheas. El compás suele binario o ternario.
Armonía:
La armonización de las canciones infantiles tienen como principal misión favorecer su entonación aportando la correspondiente estabilidad tonal. Suelen estar basadas en los grados fundamentales: I, IV y V.
Texto:
Debe ser motivador y adecuado a cada edad. Con vocabulario conocido o asequible. Los temas incluirán reiteraciones, retahilas, onomatopeyas, absurdos, trabalenguas, etc.